Introducción

Casi todas las actividades realizadas en un sistema Unix son susceptibles de ser, en mayor o menor medida, monitorizadas: desde las horas de acceso de cada usuario al sistema hasta las páginas web más frecuentemente visitadas, pasando por los intentos fallidos de conexión, los programas ejecutados o incluso el tiempo de CPU que cada usuario consume. Obviamente esta facilidad de Unix para recoger información tiene unas ventajas inmediatas para la seguridad: es posible detectar un intento de ataque nada más producirse el mismo, así como también detectar usos indebidos de los recursos o actividades `sospechosas'; sin embargo, existen también desventajas, ya que la gran cantidad de información que potencialmente se registra puede ser aprovechada para crear negaciones de servicio o, más habitualmente, esa cantidad de información puede hacer difícil detectar problemas por el volumen de datos a analizar.

Algo muy interesante de los archivos de log en Unix es que la mayoría de ellos son simples ficheros de texto, que se pueden visualizar con un simple cat. Por una parte esto es bastante cómodo para el administrador del sistema, ya que no necesita de herramientas especiales para poder revisar los logs (aunque existen algunas utilidades para hacerlo, como swatch) e incluso puede programar shellscripts para comprobar los informes generados de forma automática, con órdenes como awk, grep o sed. No obstante, el hecho de que estos ficheros sean texto plano hace que un atacante lo tenga muy fácil para ocultar ciertos registros modificando los archivos con cualquier editor de textos; esto implica una cosa muy importante para un administrador: nunca ha de confiar al 100% en lo que los informes de auditoría del sistema le digan. Para minimizar estos riesgos se pueden tomar diversas medidas, desde algunas quizás demasiado complejas para entornos habituales ([SK98]) hasta otras más sencillas pero igualmente efectivas, como utilizar una máquina fiable para registrar información del sistema o incluso enviar los registros más importantes a una impresora; más adelante hablaremos de ellas.
© 2002 Antonio Villalón Huerta